domingo, 9 de marzo de 2008

jueves, 31 de enero de 2008



Este sutil retrato representa la bandera blanca de aquel que se rinde, en medio de la Guerra exhausto ya de tener que fingir, sed de venganza y motivos que no existen para defender a un algo o alguien que quiso tener un simple capricho. Su carácter débil se esconde bajo las gruesas mantas que recubren su cuerpo, engañosas por su volumen, tratando de similar algo que no es. Pareciese que su cuerpo fuese grande, e imponente, irradiante de poder; pero una ves despojadas de el no queda mas que el cuero que se pega a los huesos. Su Mirada y, su gesto hipócrita de grandeza y fuerza con su mano, no son más que eso, hipocresía. Lleva en su cabeza un gorro, en su cuerpo un manto, y el anillo en su mano acreditando su rango y poderío entre sus gentes.


Es un retrato que pretende transmitir cierto tipo de mensaje oculto; la mujer con su Mirada hipócrita, trata de transmitirle al espectador su gran secreto, ocultando un lado de su rostro. El bordado de oro que recae sobre su pecho, como queriendo abrazarla con desprecio, la recorre de hombro a hombro, dejando descubierto su inicio, pero nunca su fin; la actitud que presenta su rostro de sobradez , da una muestra de las oscuras intenciones que hay bajo la mascara de dulzura y pulcritud, con la que pretende engañar al espectador. Sobre la copa que sostiene en su mano con tal delicadeza, en ella contiene el arma mortal, que podría acabar con la vida de alguien en instantes, pero tal es su cinismo que la expone como su acompañante más indefenso y vil de todos. Con el poder en sus manos, y su aparente inocencia logra que otros obedezcan sus órdenes, y la enaltezcan con sus servicios. Tal es el engaño, que se podría jurar que el hombre que sube el camino a sus espaldas con una gran carga a cuestas, lo hiciese por gusto.